1.11.11

Situación actual de las mujeres guaraní empatronadas en el Chaco boliviano


El reciente proceso de reversión y dotación efectuado por el Estado boliviano ha beneficiado a varias familias guaraníes en la zona de Alto Parapetí (Departamento de Santa Cruz) y ha contribuido a la reconstitución de su territorio ancestral. No obstante, en la actualidad el proceso de desarrollo integral del pueblo guaraní avanza con lentitud, tropezando con diversos problemas estructurales. Por un lado, los resultados del saneamiento satisfacen solo parcialmente las demandas territoriales de los guaraníes puesto que muchas tierras no tienen cualidad optima para el cultivo. Por otro lado, muchas comunidades no tienen fuerza económica suficiente para integrarse al mercado y dejar de realizar trabajos temporales o continuos para los terceros.

Esta situación es especialmente difícil para los habitantes de los asentamientos recién creados que tienen que enfrentar la falta de seguridad alimentaria y condiciones precarias de vivienda, entre otros retos. Indudablemente, la vida sin el patrón significa para las familias un nuevo comienzo lleno de oportunidades pero también dificultades que requieren de sacrificio individual y colectivo.

Estas familias, con su poca experiencia de vida comunitaria, están en proceso de creación de nuevas comunidades, estructuración de su organización comunal y construcción de una base productiva, siendo esta última su principal meta para emprender el proceso de desarrollo junto con otros asentamientos de la zona.

En el corto periodo después de establecimiento de nuevos asentamientos se pudo evidenciar que uno de los principales problemas es la poca presencia del Estado en la zona y la falta de la atención integral de la problemática que enfrentan las comunidades en proceso de salida de servidumbre.

Por otro lado, las dificultades mismas de sobrevivencia económica obligan a varios hombres y mujeres guaraníes a retomar el trabajo en las haciendas, lo que obstaculiza la ruptura definitiva del vínculo entre el patrón y peón.

Las pocas posibilidades de sustento económico de las familias en la comunidad es la razón principal que se identifica para justificar la necesidad de continuar el trabajo en las haciendas, debido a que la producción del chaco familiar es suficiente solamente para el autoconsumo de las familias sin permitir su comercialización y en algunas ocasiones ni siquiera alcanza para el sustento familiar.

Según el diagnóstico piloto realizado en 13 de 17 comunidades afiliadas la capitanía de Alto Parapetí hay aproximadamente 47 guaraníes empatronados (35 varones y 12 mujeres), cifra que constituye 2% del total de la población de esta TCO. Estas personas viven y trabajan permanentemente en los predios de los terceros, cercanos a las comunidades indígenas. También existe una cantidad significante de trabajadores eventuales, que realizan servicios u obras determinadas para uno o varios patrones o trabajan por temporadas, en épocas de siembra y cosecha. Esta población trabajadora fluctuante oscila entre 153 y 253 personas de los cuales solamente 2 son mujeres. El estudio evidencia que hay niños que trabajan en las haciendas ayudando a los padres en quehaceres domésticos, cuidado de animales y obras de mantenimiento en la propiedad.

Las mujeres empatronadas se ocupan de quehaceres domésticos, crianza de animales y ordeño de vacas. Una de las mujeres entrevistadas en la Capitanía de Alto Parapetí realiza el trabajo de la administración de la fuerza laboral en la hacienda.

Las pocas mujeres que realizan trabajos eventuales para los patrones se dedican al ordeño de vacas y cuidado de animales en las haciendas y ocasionalmente ayudan en las cosechas.

En la mayoría de las propiedades consolidadas por los terceros al interior de la TCO Alto Parapetí hay una familia guaraní que vive permanentemente en el predio. Según los insumos recopilados, estas personas realizan labores domésticos y cuidan el ganado de los propietarios. Durante los viajes que realizan los patrones, las familias indígenas quedan responsables de la administración de la propiedad. En algunos casos, los propietarios residen en las ciudades y dejan la administración de sus parcelas a cargo de los “caseros”. Muchas familias empatronadas, aparte de la casa construida en la propiedad del patrón, cuentan también con un pequeño chaco y una vivienda dentro de una de las comunidades afiliadas a la capitanía.

Las propiedades con el mayor número de personas empatronadas es la hacienda cercana a la comunidad Huaraca donde viven aproximadamente 11 personas y la propiedad Parapetimi, cercana a la comunidad Tartagalito. No se cuenta con datos exactos, relacionadas con el número de personas empatronadas en la última hacienda, sin embargo según las estimaciones de los comunarios y dirigentes hay varias familias guaraní que viven y trabajan allí. Estas familias están organizadas bajo la modalidad de una OTB (Organización Territorial de Base).

En el caso de la zona bajo la cobertura del Consejo de Capitanes Guaraníes de Chuquisaca (CCCH), el autodiagnóstico realizado por facilitadores guaraníes de esta organización indígena en 2009 registró 1.242 personas empatronadas que vivían en 39 haciendas. Consiguientemente el 9.56% de la población guaraní en Chuquisaca se encontraba en esta condición, es decir 1 de cada 12 guaraníes estaba empatronado .

En la actualidad no existen datos sobre el número exacto de las mujeres en situación de servidumbre en el departamento de Chuquisaca. Según los hallazgos de la presente investigación existen casos de mujeres bajo relaciones servidumbrales en las haciendas “Casa Alta”, “Alianza”, “Pincal”, “Galercia”, “Pampa Grande”, “Iguembito” y “Yapukaiti”, cercanas a las comunidades Huirasay e Itakise de la zona Huacareta. En el año 2011 había 15 familias que vivían y trabajaban en la hacienda “Casa Alta”. En la actualidad este número se ha reducido a 3 familias, el resto de los trabajadores fue reasentado en las comunidades de Huirasay, Itakise y Uruguay.

Por otro lado, las informantes señalan la existencia de las comunidades mixtas, conformadas por los campesinos y los indígenas guaraní que han salido de las haciendas como resultado del proceso de expropiación y reversión y que no están afiliadas a la CCCH. Este es el caso de las comunidades Uruguay y Piraicito donde los guaraníes siguen realizando trabajos continuos y temporales para los propietarios campesinos. Sin embargo, con la expropiación del predio Yaguarenda colindante a la comunidad Uruguay se planteará un nuevo asentamiento solamente para los guaraníes.

Es importante señalar los impactos que han generado en la zona de CCCH las conciliaciones laborales entre los guaraníes y los patrones, realizadas con la intermediación de las oficinas regionales del Ministerio de Trabajo. Posterior a estos procesos, algunas familias vuelven a las haciendas en búsqueda de ingresos sin embargo son rechazados por los propietarios lo que los obliga a elegir opciones alternativas de vida y romper definitivamente los vínculos con sus opresores. En otros casos, los patrones vuelven a ofrecerles trabajo sin embargo en peores condiciones laborales, reproduciendo las relaciones de explotación y sometimiento. Se han detectado casos en los que los patrones piden a sus trabajadores el dinero recibido a partir de las conciliaciones bajo la modalidad de “préstamos”, que los indígenas otorgan fácilmente por miedo de ser despedidos. De esta manera los recursos económicos vuelven al propietario, situación difícil de revertir debido a la falta de seguimiento de las instancias estatales correspondientes.
De acuerdo a los testimonios recopilados tanto la CAP como en la CCCH, las relaciones laborales al margen de la ley que existen en esas zonas se expresan en la sobreexplotación del trabajo familiar que consiste en el trabajo de la esposa y los hijos/as en razón a la relación laboral del trabajador, con remuneración por debajo del salario mínimo y falta de contrato. Se han detectado también mecanismos de dependencia y retención como anticipos y, en el caso de CCCH, también la vulneración de la libertad de los trabajadores expresada en la imposibilidad de trasladarse y dejar el predio o buscar y acceder a otra fuente de trabajo.

En la hacienda “Alianza” mi prima y su marido trabajan medio tiempo y ganan 300 bs mensuales. El trabaja de vaquero ordeñando las vacas y haciendo queso. El patrón es él que sale al pueblo a vender. A veces no tienen que comer en su casa y sacan arroz, fideo y eso les descuentan del salario mensual. Ella le ayuda a su marido. Una vez ellos querían salirse ya no querían trabajar, ya se habían cansado, pero no han podido salirse porque el patrón no les ha dejado. (Comunaria de Laurel, CCCH).

La esposa de mi hermano trabaja en Bajo Carapari. Ella cocina, ordeña. Trabaja para el patrón pero a ella no le paga (Comunaria de Yaiti, CAP).

El marido hace trabajo con el ganado. En la hacienda hago solamente el trabajo de la limpieza, después salgo a hacer otras cosas a ganar a otro lado a limpiar la ropa. A veces le ayudo a mi marido a ordeñar o hacer otras cosas cuando él está ocupado. A él le pagan 800 bs al mes. A mi no me pagan nada, solamente a mi marido. Recibimos solamente el sueldo no recibimos comida ni ropa. No tiene ningún contrato. El acuerdo es oral (Sara Rojas , propiedad cercana a la comunidad Timboirenda, zona de Alto Parapetí).

Allá en Santa María están Fernando y Francisca. No pueden salir para trabajar en otros lados. Le habían dado para su lote. Viven en su propio lote pero buscan al patrón para tener para su casa, para la comida. Les pagan mal. (Teresa Padilla , propiedad cercana a la comunidad Huirasay, CCCH).

Existen todavía relaciones de padrinazgo “espiritual” entre los patrones y niños guaraní que se expresan en la participación de los hacendados en las fiestas de bachillerato, primera comunión, confirmación y otras.

Algunos trabajadores son incentivados con recursos económicos y materiales para construir sus viviendas en los predios de los patrones, uno de los factores determinantes que influye en la decisión de las familias de permanecer en la hacienda y obstaculiza el proceso de liberación. Adicionalmente, tienen permiso para sembrar en pequeños terrenos al interior de las propiedades, aunque en algunos casos el patrón exige el porcentaje de la producción.
La hermana de mi marido vive en una hacienda. Ha mejorado la situación, el patrón les ha hecho una casa. Le paga 25 bolivianos por día a la mujer y al hombre 30 bs. Cuando no está cocinando tiene que lavar la ropa, planchar, regar plantas, hacer aseo en la casa de patrón. Ella trabaja también desgranando maíz, ají, maní y lleva almuerzo al chaco de los hombres. Ayuda a su marido en su chaco. Quieren salir para trabajar por si solos pero tienen pena de su casita (Comunaria de Itakise, CCCH).

En el caso de las trabajadoras remuneradas la desigualdad en términos de género ha permanecido constante puesto que las mujeres siguen percibiendo pagos inferiores en comparación con los hombres. Las mujeres empatronadas de la zona de Alto Parapetí ganan entre 10 y 35 bs por día mientras el jornal promedio de los varones equivale a 35- 45 bs. La modalidad de pago comprende jornales o pago mensual. Según la percepción de las comunarias, en la mayoría de los casos el hombre es el único receptor de beneficios sociales en el caso de los patrones que cumplen con este requisito legal. Se ha detectado un caso excepcional en la comunidad de Huaraca en el cual la trabajadora cuenta con un seguro de salud. Claudia Fernandez es administradora y empleada doméstica en la propiedad del patrón, ubicada cerca de la comunidad Huaraca.

Yo soy la encargada de todo, administro la casa. A las 7 empiezo a trabajar, tengo que hacer firmar la planilla para que vayan a trabajar los hombres. Limpio la casa, ordeño las vacas, cocino para 8 personas- 7 trabajadores y el patrón. Yo trabajo todo el año y cuando no hay trabajadores me encargo de la casa. Mensualmente recibo 590 bolivianos, el patrón me paga cada mes y nunca se retrasa. Los que trabajan permanentemente estamos asegurados en la caja de salud en Camiri, eso lo paga a parte el patrón.

Es importante señalar que el propietario del predio Itakay Huaraca sigue ejerciendo un control significante sobre los habitantes de la comunidad de Huaraca. Las condiciones laborales de los trabajadores mejoraron recientemente, a partir de la demanda de reversión de esta propiedad por razón de existencia de relaciones servidumbrales y de las inspecciones del Ministerio del Trabajo. Este factor obligó al propietario a implementar una estrategia para contrarrestar el proceso mediante el otorgamiento de los beneficios y garantías sociales a sus empleados. El caso de esta propiedad se encuentra impugnado ante el Tribunal Agroambiental a la espera de la sentencia final que va a determinar si la superficie será dotada a la TCO Alto Parapetí o consolidada a favor del tercero.

Existen diferencias significantes en la situación de las mujeres guaraní bajo relaciones servidumbrales en las zonas bajo la cobertura de la CAP y CCCH respectivamente. Las condiciones laborales son peores en Chuquisaca donde las mujeres cumplen roles de empleadas domesticas de los patrones, cocineras de los trabajadores de campo y participan en faenas de siembra y cosecha. Aparte de ello, las comunarios reportan casos de violaciones de derechos humanos que siguen ocurriendo en la zona.

Trabajan desde las 6 de la mañana hasta el mediodía, vuelven a las 2.30 y hasta las 6 de la tarde. No tienen horas para descansar. Arrancan a las 6 y terminan hasta que duerman los patrones. (Participante del Taller con la CCCH, Monteagudo, 04.12.10).

Doña Ana en Guembito dice que el patrón los trata mal y no pueden aguantar, “no estamos comiendo bien, pensamos salir”. Ellos vienen a las reuniones a veces. (Comunaria de Itakise, CCCH).

Mi sobrina que está en Casa Alta igual va a cocinar en la hacienda, lava ropa, va a cosechar, siembra soya y ajjí para el patrón. Cuando tienen naranjas también está cargando naranjas en la movilidad. Mi sobrina no viene por aquí, no le deja el patrón.
Le pagan 10 bolivianos por día, es para ella, no es una deuda. No mucho ha mejorado. (Comunaria de Itakise, CCCH).

En la zona de Huacareta (CCCH) se ha detectado un nivel mucho mayor de dependencia de los patrones y mayor cantidad de personas que trabajan en la misma propiedad. En el caso de la hacienda Casa Alta hay siete mujeres que trabajan para el mismo propietario. En cambio, en la zona de Alto Parapetí se trata de familias particulares que viven en un predio específico, cumpliendo el rol de “caseros”, es decir administradores.

El nivel de vinculación y relación con las capitanías es mucho más deteriorado en el caso de CCCH puesto que los patrones ejercen mayor control sobre sus trabajadores y no permiten nexos con la capitanía. Un elemento frecuente es la infiltración de los informantes que comunican a los patrones lo acontecido en las reuniones.

No pueden organizarse, porque el patrón es el que decide. Tienen que hacer las reuniones con la CCCH a escondidas. Cuando uno pretende hacer este tipo de organización, el patrón te bota en camisa no más. Hay una persona infiltrada allá que le dice al patrón todo lo que nosotros estamos hablando, es el propio compañero de nosotros (Participante del Taller con la CCCH, Monteagudo, 04.12.10).

En cambio, las mujeres que trabajan para los patrones en Alto Parapetí en su mayoría pueden asistir libremente a las reuniones comunales, sin embargo muchas no lo hacen por falta de tiempo (disponen de un día libre por semana) o por miedo de generar molestia al patrón. Sorprendentemente, una de las mujeres que vive en la hacienda ejerce un cargo de la delegada de PDA en la comunidad mientras que su marido ha ejercido cargos de responsable de producción y responsable del comité de agua. Algunas tienen dos viviendas- una en la comunidad y otra en la hacienda. Por otro lado, no se reportan casos de privación de libertad como medio de castigo, el derecho a la locomoción y circulación de las trabajadoras no está siendo limitado.

Tenemos nuestra casa allá en la hacienda y tenemos nuestra casa aquí en la comunidad. El patrón nos deja venir aquí para reunirnos. (Claudia Fernandez, propiedad cercana a Huaraca, zona de Alto Parapetí).

Tenemos la relación en la CAP. Mi marido era responsable de la producción pero lo han sacado. El tiene dos cargos- producción y otro es el cargo del responsable de comité de agua, él siempre participa en todas las reuniones en la capitanía, nunca ha perdido ninguna reunión. Yo soy la delegada del PDA (Sara Rojas , propiedad cercana a la comunidad Timboirenda, zona de Alto Parapetí).

Se comprueba sin duda, que la situación respecto al acceso a servicios de salud ha mejorado en la última década. Las mujeres empatronadas acuden a las postas de salud en las comunidades colindantes y disponen de mayor libertad que les permite desplazarse a lugares cercanos a la hacienda. No obstante, su acceso al tercer nivel de la atención médica (consulta ambulatoria de alta complejidad y de internación hospitalaria de especialidades y subespecialidades) sigue siendo obstaculizado por falta de recursos económicos y dificultades en el transporte.

Según los datos de la CCCH, si bien los puestos de salud están establecidos en puntos estratégicos, no son suficientes para la atención de la población guaraní, por dificultades en su traslado (distancia / camino) lo que ocasiona en muchos casos la muerte del paciente y la falta de medicamentos en los mismos puestos de salud. El equipamiento de los centros es insuficiente .

Indudablemente, en casos de emergencias las familias empatronadas dependen del transporte del patrón para recibir atención médica y de su buena voluntad en la cuestión de medicamentos. De acuerdo a algunos arreglos laborales informales, el propietario cubre los gastos de atención médica sin descuento salarial.

Cuando nos enfermamos allá en la hacienda el patrón nos da medicamentos. (Claudia Fernandez, propiedad cercana a Huaraca, zona de Alto Parapetí).

En cuanto a la situación en el ámbito de educación, los niños y niñas que viven en las haciendas asisten a las escuelas comunales e incluso alcanzan superiores niveles de educación en los centros poblados cercanos. En el caso de la CCCH, las mujeres indican que existen escuelas en algunas haciendas (Casa Alta, Guembito).

La familia de mi hijo está en Santa Cruz, están estudiando y trabajando. (Teresa Padilla , propiedad cercana a la comunidad Huirasay, CCCH).

Cuando se indaga sobre la situación de los pequeños algunas entrevistadas indican que los niños no trabajan para los terceros, pero apoyan a los padres en las faenas que estos realizan en sus chacos familiares. Otras informantes mencionan casos de explotación y malos tratos que sufren los niños.

Donde vivo teníamos un vecino propietario, son 4-5 familias que viven todavía allá, no les alcanza y todavía trabajan para el patrón. El niño se ha ido a hacer hombre, tenía 12 años y empezó a prestar su servicio. Y como no tenía familiares, los señores se aprovecharon del chico, recibía mucha violencia, he denunciado a los Derechos Humanos, había documento de compromiso de este señor. (Participante del Taller en Monteagudo, CCCH).

Algunas mujeres empatronadas son víctimas de discriminación y exclusión de parte de los comunarios libres, acontecimientos que relatan con mucha vergüenza y dolor, enfatizando en la injusticia de los malos tratos que reciben, puesto que la pobreza en la que viven les imposibilita ser autónomas.

Algunos comunarios no comprendían ese tema del trabajo para el tercero, hay discriminación. A veces no alcanza, si uno no trabaja uno no come. En el tema de vivienda hace un año habían llegado calaminas, eso no se sabe donde se han llevado. Mi marido ha visto que había calaminas, herramientas, le decía a mburuvicha para que haga la solicitud para que traiga a las familias que no tienen vivienda. Yo hice la solitud y nos dieron 5 calaminas. Una señora de la comunidad dijo que nos tienen que sacar las calaminas porque nosotros somos empatronados. Quería repartirlas para otras familias que tal vez no las necesitan tanto.(Sara Rojas , propiedad cercana a la comunidad Timboirenda, zona de Alto Parapetí).

El estudio no ha evidenciado casos actuales de violencia física contra la mujer y abusos sexuales en las haciendas.

Ya los parones no los mandan así, ya se viene bajando, y ahora ya no les gritan. Ahora dicen “ayúdenme a sembrar o a cocinar” y “tanto te voy a pagar”. (Comunaria de Itakise, CCCH).

Preguntadas por las posibles salidas de la situación de servidumbre y opciones alternativas, las mujeres empatronadas no proporcionan una respuesta unánime. Por un lado, expresan la necesidad de trabajar por cuenta propia y ven el trabajo para el patrón como una etapa transitoria que permite obtener ingresos necesarios para construir una vida en la comunidad y lograr objetivos que van más allá de la realidad de la hacienda.

Por otro lado, reconocen que “servir a los patrones” es una fuente de ingreso importante que aporta al presupuesto familiar la cantidad de dinero suficiente para cubrir las necesidades básicas de los guaraníes que no tienen la posibilidad de vender sus cosechas.

Quiero trabajar en nuestra casa y seguir trabajando en la hacienda para ganar más. Vendemos lo que cosechamos aquí pero igual no alcanza. Estoy bien la hacienda. Tenemos un chaco familiar. Pero salimos a trabajar allá para tener un poco más de plata. (Claudia Fernandez, propiedad cercana a Huaraca, zona de Alto Parapetí).

Nosotros hace tres años estamos en esta comunidad, hace unos 4 meses que estamos trabajando para el patrón. Tenemos nuestras calaminas para hacer nuestra casa aquí en esta comunidad, tenemos nuestra letrina. Ya vamos a empezar a hacer nuestra casa para salir de allá. Ya tenemos un terreno, hemos sembrado dentro de la propiedad del patrón dos ha. Recién vamos a empezar en nuestro chaco. Lo que sembramos es maíz y cumanda y nos alcanza para consumo no más. Lo que quisiera es tener mi casa y salir de allá, para hacer trabajo para uno mismo. Es muy difícil trabajar por cuenta propia. Es bien uno vivir en su casa, pero igual uno tiene que salir para ganarse y mantener la familia (Sara Rojas , propiedad cercana a la comunidad Timboirenda, zona de Alto Parapetí).

Trabajamos como si tuviéramos empleo, ahora estamos en la casa de los patrones. No tenemos terreno propio. Una vez que tengamos tierra nos vamos a liberar. La alternativa es Prestarse al patrón pero ya bajo mejores condiciones. Lo más importante es tener la propia tierra. (Teresa Padilla, propiedad cercana a la comunidad Huirasay, CCCH).

Las comunarias libres enfatizan en la importancia del factor psicológico, relacionado con la dependencia y miedo del tercero que impide a las mujeres empatronadas salir de la situación de opresión, en el que también confluye el hecho de acostumbrarse a vivir en la hacienda y falta de voluntad para cambiar el lugar de la vivienda. Por otra parte, las mujeres que reciben remuneración regularmente eligen ingresos seguros y falta de independencia frente a los retos y dificultades de la vida comunal.

En la hacienda sigue todavía mi prima y no quiere salir a las reuniones. Le cocina al patrón, ordeña las vacas, le paga algo. De chiquita estaba allá en la hacienda por eso no quiere salir. (Comunaria de Yaiti, CAP).

Siguen las mujeres con los patrones. Están bien, no quieren salir del patrón, no se acostumbran a vivir en otro lado. En cambio aquí nosotros sembramos y comemos verdura. Cuando hace falta salimos para comprar útiles. Dicen que si se van a la comunidad van a morir de hambre y en la hacienda comen. (Comunaria de Huirasay, CCCH).

Mi hermana tiene 60 años y tiene miedo que el patrón le va a pegar. Ya no la voy a visitar, la invitaba a la casa pero no quería. Le pagan algo, sigue como antes, dice “cuando no servimos a un patrón no comemos”, Si viene acá dice que no tiene nada. (Comunaria de Itakise, CCCH).

Aleksandra Bergier, Observatorio de DDHH y Conflictos Socioambientales



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Nota: Los nombres en las citas fueron cambiados.
Fuentes:
1.Base de datos sobre la servidumbre, conflictos y el proceso de reconstitución territorial del pueblo guaraní de la Capitanía de Alto Parapetí, CEJIS- ODPIB, Febrero de 2012, documento inédito.
2.Diagnóstico del pueblo Guaraní de Chuquisaca, CCCH, 2009.
3.Memorias de las comunidades en proceso de salida de servidumbre en la Capitanía Alto Parapetí: los principales problemas en el camino hacia la liberación, informe de sistematización, Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS)- Observatorio de Derechos indígenas- Bolivia- (ODPIB). julio de 2011, documento inédito.

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