Hacía dos semanas que Herminia no iba a pescar al Poopó. El miércoles no pudo evitar llorar. Se agachó y recogió un poco de lodo “para curar la pena”. Tras caminar por un desierto donde antes había agua, llegó a un lodazal. El lago se estaba secando.
Comunarios de poblaciones aledañas al lago Poopó, en Oruro, denuncian que la contaminación minera ha disminuido paulatinamente los niveles de agua y ha mermado la fauna y flora.
En inmediaciones del acuífero operan cerca de 300 empresas que extraen plomo, estaño y oro, según el Foro Boliviano de Medioambiente y Desarrollo (Fobomade). Los desechos van hacia los principales afluentes, entre ellos el río Desaguadero y los lagos Poopó y Uru Uru.
A simple vista, el terreno cercano al Poopó parece un salar, por las grandes extensiones de tierra blanca salinizada que se observan, hasta donde, aseguran los pobladores, llegaban antes las aguas. Habitantes del lugar afirman que el acuífero ha retrocedido cinco kilómetros en los últimos tres años y culpan a la actividad minera.
Sobre la tierra donde antes estaba el Poopó se divisan barcazas abandonadas que se utilizaban para la pesca de pejerrey. Las aves que antes solían planear cerca del lugar han desaparecido.
La Razón recorrió el miércoles comunidades de los municipios de El Choro y Poopó. Allí halló paisajes con poca vegetación y unas que otras ovejas y vacas. El agua del Desaguadero es amarilla y con fuerte olor metálico. Uno de los poblados es Alantañitas, en El Choro (provincia Cercado a 55 km de Oruro), que en los últimos cinco años se convirtió en un sitio casi desértico.
En las faldas de los cerros cercanos llama la atención el color naranja de la tierra y el olor penetrante a metal que provoca ardor en la nariz, aunque los pobladores ya se acostumbraron.
“Antes, en este lugar teníamos totorales hermosos y venían aves de todas las especies, pero ahora todo ha cambiado con esta contaminación de esas empresas mineras”, dice Ángel Flores, comunario de El Choro.
Flores además es vicepresidente de la Coordinadora en Defensa de la Cuenca Baja del Río Desaguadero y los lagos Uru Uru y Poopó, creada hace cinco años por los pobladores ante el impacto de la contaminación por la actividad minera.
A unos dos kilómetros al sur de Alantañitas está el cauce del Desaguadero. “A este río desembocan los residuos de muchas empresas mineras, principalmente las de Huanuni”, agrega Flores. Al escarbar la tierra blanquecina, el color se vuelve rojizo, un indicador de la contaminación, dice el especialista y ex ministro de Minería, Dionisio Garzón.
El gerente general de la Empresa Minera Huanuni, Roberto Montaño, reconoce que la contaminación es un problema que “viene de muchos años, pero la empresa está trabajando para disminuirla y se lo está logrando. Ya hubo las verificaciones pertinentes, así que estamos a la espera de las conclusiones”.
Este medio intentó comunicarse el jueves y viernes con los encargados de la empresa privada Sinchi Wayra, pero vanos fueron los intentos, ya que la secretaria dijo que no se encontraban.
El Viceministerio de Cooperativas, dependiente del Ministerio de Minería, se comprometió el viernes a dar datos sobre la actividad minera en el lugar; sin embargo, la información ofrecida no fue entregada a este medio. De igual forma, los ministerios del Agua y Medio Ambiente y Minería y Metalurgia no proporcionaron información.
Decreto de emergencia en Oruro
El 21 de octubre del 2009, el Gobierno emitió el Decreto 0335 que declara emergencia en Huanuni, Machacamarca, El Choro y Poopó por la “inminente afectación a la salud humana y la seguridad alimentaria ocasionada por la prolongada presencia de contaminación y salinización de suelos” (...) “A causa de actividades mineras en la región”. Por ello, la en ese entonces Prefectura y los municipios, en coordinación con el Ministerio de Minería y Metalurgia, anunciaron que promoverán planes para la mitigación, rehabilitación y recuperación de los impactos negativos al medioambiente y a la población. Sin embargo, los pobladores dijeron que hasta el momento no fueron atendidos.
Comunarios afectados
Antonia Patzi: ‘Ya casi no tenemos vegetación’
Nos da mucha pena esto de la contaminación minera, porque está desapareciendo todo el pasto para forraje. Ya casi no tenemos vegetación. Aquí en la comunidad Tolapampa también está faltando agua para nuestro consumo. Nuestras ovejas, por ejemplo, nacen más pequeñas, así que ni siquiera sirven para venderlas.
Primo Quispe: ‘Trabajan indiscriminadamente’
Sabemos y estamos conscientes de que este deterioro está yendo en cámara lenta. Nos duele ver así la tierra de nuestros padres, porque ya no queda casi nada y todo es a consecuencia de estas empresas mineras, que trabajan indiscriminadamente. Son cuatro cuencas que están afectadas: del Desaguadero, Huanuni, Poopó y Antequera.
Herminia Choque: ‘Las vacas ya no dan leche’
He nacido en este lugar y casi no se reconoce de lo que era antes. Teníamos pescados de sobra, nuestras gallinitas nos daban huevos hasta para vender, pero ahora ya no hay nada. Teníamos muchas ovejas y vacas, y ahora apenas sobrevivimos. Nuestras vaquitas, cuando tienen crías, ya no dan leche. Cada vez lloramos más.
Ángel Flores: ‘Los pueblos están muy afectados’
Estos últimos cinco años hemos sentido más daños a causa de esta contaminación minera, porque ha hecho desaparecer forraje, animales y agua. Han desaparecido ríos. Hay pueblos que están bastante afectados y quizás ya no tengan solución, pero hay otros que están a tiempo de recibir ayuda del Gobierno.
Fuente: La Razón
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