Después de un largo proceso de indecisiones, el gobierno del presidente Evo Morales decidió dar a la empresa Jindal Steel & Power el argumento para irse del país sin haber explotado el Mutún.
La experiencia de esta firma hindú (el gentilicio para la India fue incorporado en el diccionario de la Academia de la Lengua en 2001) ha sido traumática.
Han pasado dos años y diez meses desde que se firmó el acuerdo para la empresa opere en el Mutún, con una inversión prevista de 2.100 millones de dólares, pero apenas se han ejecutado 20 millones.
La Jindal se va sin saber cuánto hubiera tenido que pagar de impuestos, porque en todo este tiempo el gobierno no ha dejado de hacer anuncios sobre un inminente cambio en el sistema tributario minero.
Ahora se sabe que hay cuatro comisiones integradas por dirigentes de la COB y por funcionarios del gobierno que tienen la misión de redactar el proyecto de la nueva ley de minería.
La ideal del ministro José Pimentel es que la minería aporte tanto como el sector petrolero en relación a sus ingresos.
La Jindal se va sin haber conocido toda la extensión de tierra que el gobierno le había ofrecido entregar para desarrollar sus actividades. Una enorme confusión burocrática frenó el proceso.
Como experiencia, el paso de la Jindal deja a un famoso sindicalista acusado de corrupción (Guillermo Dalence) acusado de haber hecho un negociado con los terrenos de la zona como gerente de la Empresa Siderúrgica Mutún (ESM).
Otro sindicalista famoso, Sergio Alandia, es el responsable de despedir a la Jindal. El directorio de la empresa lo criticó primero y luego decidió aceptar la idea de ejecutar la boleta de garantía.
La tesis del gobierno es que para ocupar cualquier cargo, la mejor experiencia es haber sido sindicalista. El caso Mutún está mostrando que los sindicalistas no son buenos, por lo menos para conducir una empresa siderúrgica. Si sirven para manejar la aduana se sabrá a partir de ahora.
Pero la partida de la Jindal es una frustración para el país. Tres años más de demora en el ingreso de los bolivianos en la era del hierro. Y un gran desprestigio del país.
El gobierno hizo una exhibición de mucha imaginación para las contradicciones y las indecisiones.
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