El cambio climático a consecuencia del calentamiento global ha terminado por transformar el hábitat de los pueblos indígenas de Bolivia. Históricamente, la comunidades originarias lograron hacer frente a los fenómenos naturales a través de sus propias prácticas. Sin embargo, en los últimos años, los cambios son cada vez más bruscos y hoy afectan no sólo la producción agrícola, sino a la biodiversidad de regiones enteras. Este es un fenómeno que se reproduce no sólo en el altiplano y el chaco, sino en los llanos orientales y en la amazonía.
Además de la creciente pérdida de cultivos y la biodiversidad, las comunidades hoy se ven ante plagas y enfermedades desconocidas. Sequias, granizas e inundaciones se han encargado de romper la armonía ancestral que guardaban los pueblos indígenas con la madre tierra. Las últimas inundaciones afectaron inmensos territorios que luego quedaron despoblados de fauna silvestre; se perdieron cultivos y otros recursos naturales necesarios para la subsistencia. Ese es el drama que enfrentan hoy los pueblos de tierras bajas.
El presidente de la Central de Pueblos Indígenas de Beni (CPIB), Remberto Justiniano, asegura que frente a los desastres naturales las comunidades no han dejado de aplicar sus usos y costumbres aunque cada vez la naturaleza se muestra más hostil. “Antes, las inundaciones no eran tan fuertes y ocurrían cada diez años lo que permitía a los pueblos indígenas planificar y salvaguardarse de los efectos”, explica Justiniano. “Eran inundaciones que afectaban grandes extensiones. Pero entonces veíamos cómo salvaguardar nuestras cementeras, nuestros alimentos, nuestras semillas. Ahora -con el cambio climático- viene el agua y arrasa con todo; nuestros usos y costumbres ya son insuficiente”. Hasta hace poco las comunidades construían las ‘chapapas’ (una especie de viviendas precarias en el alto de los árboles para protegerse de las inundaciones) pues “a la semana bajaban las aguas y volvíamos a nuestras comunidades. En cambio, ahora se estaciona el agua y no podemos volver a nuestros lugares de origen”.
La pérdida que sufren los pueblos indígenas a consecuencia de las inundaciones es muy grande, no sólo porque resultan afectados sus cultivos, sino también su hábitat, su fauna silvestre y su ganado. “Se pierden animales silvestres que son parte de la biodiversidad de los territorios indígenas; entonces vemos que luego de las inundaciones ya no hay aves, se comienza a despoblar todo, hay un despoblamiento de los animales silvestres”, lamenta el representante del CPIB.
Ante esa realidad, dice Justiniano, se planteó al Gobierno la urgencia de impulsar la producción de arroz, yuca y plátano en la zona a través de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa), además de la instalación de lomas artificiales para resguardar el ganado.
Cejis: Se perdieron usos
El Centro de Estudios e Investigación Social (Cejis), a través de su responsable de Capacitación en Trinidad Emil Balcázar, dio a conocer ayer que con el pasar del tiempo los pueblos indígenas de Beni perdieron varias prácticas que hacían a sus usos y costumbres ancestrales, frente a los desastres naturales.
“Hay varios elementos de lo que era la cultura indígena que se han perdido; antes, ¿cómo enfrentaban las inundaciones?, se establecían ‘chapapas’ sobre los árboles, donde se instalaba una especie de plataforma hecha con madera del bosque para guardar ramas de yuca o plátano o maíz, y se protegían de la lluvia para poder volver a sembrar luego”, señaló.
La ‘chapapa’ también servía de vivienda para los inundados.
Balcázar dijo además que antes se encaraba bajo un sistema comunitario casi todas las cosas de la vida, “pero ahora se enfrentan de manera familiar”.
Dijo que la cooperación internacional y el Gobierno tergiversan de algún modo la forma natural de vida que llevaban los pueblos amazónicos. Recomendó que las culturas étnicas apliquen sus propios métodos para encarar los embates.
http://www.cambio.bo/noticia.php?fecha=2010-03-17&idn=16022