29.8.09

Amazonía: Preservar el futuro

Manuel Robles Sosa *

(PL).- La preservación de la Amazonía, por razones más profundas que la simple conservación contemplativa, dista mucho de ser una inquietud fundamentalista. Está firmemente enlazada con la supervivencia de la Humanidad y las inquietudes de pueblos nativos como los de Perú, para quienes la defensa de la floresta es fundamental en sus luchas comunales.

Así lo piensan expertos como Hugo Cabieses, especialista en desarrollo agrario, y Roger Rumrril, considerado el mayor conocedor de la Amazonía peruana, su historia, problemas, perspectivas y posibilidades.

Según Cabieses, la recesión mundial y el cambio climático han convertido a la Amazonía, ahora más que nunca, en uno de los mayores espacios estratégicos de una economía global.

Ello se debe a sus recursos vitales, como el agua, la energía, los alimentos y los bosques, como sumideros de carbono y otros servicios ambientales decisivos para la estabilidad ecológica planetaria.

En resumen, dice el especialista, la Amazonía, como en los siglos XVI, XVII y XVIII, vuelve a ser la utopía y el "El Dorado" â€"mítica ciudad de oro buscada desesperadamente por los conquistadores-, pero a condición de manejar, transformar y usar sosteniblemente esta riqueza renovable.

Para ello, señala, es imprescindible unidad de los pueblos amazónicos y los instrumentos de la ciencia y la tecnología.

Llama a tener en cuenta los valores de la cultura, la educación, el asombroso conocimiento y saber de los pueblos nativos y sus extraordinarias capacidades de adaptación a las radicales transformaciones que el calentamiento climático global provoca en la Tierra.

Cabieses no ve perspectivas en la explotación petrolera y tampoco considera viable usar la floresta sudamericana en producir bicombustibles a costa de ocupar y talar grandes extensiones de bosques tropicales y consumir gran cantidad de un recurso cada vez más escaso.

Semejante esfuerzo, según estudios de especialistas citados por Cabieses, sólo podrá reemplazar un 4 por ciento de los 85 millones de barriles de petróleo que el mundo consiguió a diario en el año 2008.

Asimismo recordó que la sola promoción de los biocombustibles desató una ola de alzas especulativas en los precios de los alimentos.

En el nuevo escenario, toda la tradicional concepción del bosque sólo como productor de madera y el uso de las tierras tropicales para la agricultura precaria y migratoria y el gran monocultivo para la producción de commodities y biodiesel tienen que ser revisadas y reformuladas.

La noción y concepción del aprovechamiento en pie surge como una nueva visión del bosque y la naturaleza, una concepción sostenible, rentable, social e incluso cultural y acorde con la necesidad de conservar la vida sobre la Tierra, dice Cabieses.

Rumrrill, por su parte, deplora que en altos niveles en Perú exista la convicción de que las tierras de las comunidades indígenas amazónicas, 12 millones de hectáreas, considerando las que cuentan con títulos de propiedad, son tierras inútiles, inservibles y ociosas.

Los que así piensan pretenden convertirlas en grandes monocultivos de palma aceitera, soya, bosques maderables y latifundios ganaderos.

Tal enfoque excluye a los pueblos nativos y a sectores como los pequeños y medianos empresarios, y se trata de una concepción de modernidad falaz desde el punto de vista social y ambiental, plantea el especialista, quien agrega que "tampoco es un modelo ambientalmente sostenible".

Según Rumrril, el gran monocultivo es contrario a la racionalidad y a la vocación de biodiversidad del bosque tropical amazónico.

Indica que las grandes explotaciones azucareras, madereras, soyeras y ganaderas de Brasil y Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, son productivas y rentables en el corto plazo, pero en el mediano y largo plazo agravarán el desastre ambiental planetario, el calentamiento global y la escasez de agua.

La verdadera modernidad está en el manejo del bosque y su utilización productiva en pie, como ocurre hoy en la Reserva Extractivita Chico Méndez, en Sauri, Acre, en Brasil, ejemplifica.

La destrucción de la naturaleza no puede de ninguna manera ser una expresión de la modernidad, advierte.

Señala que los cabales representantes de la modernidad son en realidad los indígenas, por ser defensores de la naturaleza, poseedores de una refinada cosmovisión y valores éticos y culturales, que luchan por la inclusión, exigen el apoyo de un estado.

Los nativos, anota Rumrrill, son partidarios de alianzas estratégicas con empresas con responsabilidad social como ya ocurre en algunos lugares de la Amazonía.

Evocó que los aborígenes son actores sociales y políticos de primer orden gracias a su organización y su unidad.
Desde esa perspectiva, los indígenas amazónicos peruanos, plantean en sus conversaciones con el gobierno =pactadas tras la dramática protesta nativa realizada entre abril y junio pasados- el tema fundamental de la territorialidad, recordó.

Ello implica ratificar que sus tierras son inalienables, imprescriptibles e inembargables y que el Estado peruano se adhiera a la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas, apuntó.

Otros temas de las pláticas son el reconocimiento, titulación y ampliación de los territorios comunales y el desarrollo y mejoramiento de la gestión indígena en las reservas comunales, añadió.

Agregó que además está la defensa de los territorios de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario y en contacto inicial y una adecuada institucionalidad para la gestión de las áreas naturales protegidas.

Los nativos plantean la creación de Reservas Comunales y el pago a ellas de compensaciones por parte de las empresas, sin que las comunidades pierdan su derecho a rechazar operaciones petroleras que amenacen la salud, el ambiente y los recursos que son fuente de su vida.

Los indígenas

Aún no hay acuerdo entre los historiadores y otros científicos sociales sobre el total de la población indígena precolombina en la cuenca del Amazonas, un subcontinente de siete millones de kilómetros cuadrados.
Los estimados oscilan entre siete a 10 millones de habitantes originarios, que se calcula pertenecían a unos dos mil pueblos o naciones, según indica Rumrrill. Para la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), la población aborigen actual es de un millón de habitantes correspondientes a 400 pueblos o familias etnolingüísticas distribuidos en nueve países.
A lo largo de los siglos, desde la instalación de colonialismo, la población indígena fue víctima de la discriminación, explotación y violencia sin límites, recordó.

Pero evocó que hubo también levantamientos y movimientos de resistencia, como las rebeliones de Juan Santos Atahualpa, de Torote y Samarén en Perú.

Rumrrill estima que la población indígena en la Amazonía Peruana suma actualmente unos 300 mil habitantes.
Recuerda que un Primer Censo de Comunidades Indígenas realizado en 1993 calculó 190 mil 295 habitantes distribuidos en mil 297 comunidades pertenecientes a 13 familias etnolingüísticas, entre ellas los Jíbaro, Pano, Witoto, Arawak, Harakmbut, Tupí-Guaraní, Tucano, Tacana y Záparo.

* Corresponsal de Prensa Latina en Perú.

http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2009080902&PHPSESSID=0bd4eb90e5d0f9bd98ffa574c350b958

 

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