20.8.10

Táctica y Elasticidad

Por Iván Egido

“Lenin proponía soñar con los ojos abiertos, lo que significa tener la capacidad de mirar el horizonte estratégico, pero saber manejar la táctica” decía Álvaro García en su artículo El “capitalismo andino-amazónico”. Esta nueva forma de capitalismo era definido por él como “un nuevo modelo económico (...) [basado en] la construcción de un Estado fuerte, que regule la expansión de la economía industrial, extraiga sus excedentes y los transfiera al ámbito comunitario para potenciar formas de auto organización y de desarrollo mercantil propiamente andino y amazónico” 1.

Desde ese escrito acontece en Bolivia un proceso político, que aparenta ser desordenado y caótico, denominado “proceso de cambio”. No obstante, podría esta apariencia cambiar si se ensaya una etnografía de la forma de hacer política del MAS, a la luz de esa referencia sobre el medio para alcanzar el horizonte estratégico (propuesto por el revolucionario ruso y con el cual se identifica nuestro vicepresidente). Este no es el objetivo de este artículo. La motivación está más bien referida a procurar acercarnos, o por lo menos sospechar, la comprensión de ese horizonte estratégico, de ese capitalismo “andino-amazónico”.

Algunas señas para esta inquietud nos procura el artículo “El modelo económico” de Raúl Prada, ex Constituyente y actual Viceministro de Planificación Estratégica. En efecto, cuando Prada analiza como compatibilizar las distintas visiones políticas, económicas y culturales existentes en el país, sostiene que “existe la necesidad de la adecuación de la explotación y producción de los recursos naturales con la conservación de los ecosistemas”. Para tal efecto, continúa, “el Estado articula e integra el proceso de transformaciones del modelo económico, que se encamina al paradigma económico social y comunitario, al equilibrio ecológico, y al arquetipo civilizatorio y cultural del Vivir Bien”. Ya que, remata Prada, “la economía social y comunitaria y el modelo ecológico son complementarios, constituyen las bases, el sustento y el sostén del paradigma civilizatorio y cultural del Vivir Bien” 2.

Hasta ahí, Raúl Prada, hace un inventario de todos los elementos de la entelequia del “vivir bien” (que por el estado del debate y desarrollo teórico, no puede considerarse ni ideología y menos paradigma), y hace un esfuerzo, con dificultad, por relacionarlos y por tanto construye unos lineamientos muy básicos para iniciar la reflexión.

No ocurre lo mismo con la desafortunada incorporación, en su análisis, de un novedoso concepto: la “elasticidad normativa” de los artículos de la Constitución Política del Estado (CPE). A la sombra de esta ocurrencia conceptual Prada justifica lo injustificable, cuando relativizar los derechos y garantías establecidos en la CPE, y los hace susceptibles de interpretarse de manera “elástica”.

El ejemplo que utiliza Prada, que en realidad parece ser es el Leitmotiv de su artículo, es la incómoda situación en la que el gobierno trata de justificar el por qué se vulneran los derechos constitucionales de los pueblos indígenas a la consulta previa en actividades que afectan directamente a sus poblaciones y a su territorio; y por qué tiene como prioridad la instalación de megaproyectos extractivitas hidrocarburíferos e hidroeléctricos, que afectarán dramáticamente la biodiversidad y el medio ambiente.

En efecto, parece ser que este concepto es muy conveniente para relativizar o hacer “elástica” la obligatoriedad del Estado de: realizar la consulta previa, libre e informada a las poblaciones afectadas antes de la explotación de cualquier recurso natural (Art. 352); realizar la consulta “previa obligatoria, de buena fe y concertada” (Art. 30) a los pueblos indígenas y garantizar la participación “en los beneficios por la explotación de los recursos naturales no renovables que se encuentran en sus territorios” (art. 403).

La obligación del Estado de respetar y proteger los derechos, en esta lógica “elástica” de Prada, se convierte en una mera vocación de renegociación con todos los sujetos involucrados en estos procesos, incluido “ese sujeto, reconocido en la concepción del Vivir Bien que es la naturaleza”. Es que en Bolivia todo empieza el día de hoy, incluso el propio debate constituyente, que se pensaba era pilar fundamental del “proceso de cambio”.

Esta ingeniosa invención de la elasticidad de la norma constitucional, es por demás ventajosa no solo para este gobierno sino para cualquiera que venga. Sin más vueltas y sin reparos, y menos vergüenza, se propone que la CPE es referencial para el continuo juego de las tensiones y consensos entre el gobierno, sus “enemigos” y claro los movimientos sociales.

Lo positivo de este concepto es que permite reinterpretar las distintas posiciones del presidente Morales, respecto a los recursos naturales, cuando este plantea el “salvar a la madre tierra del capitalismo” y al mismo tiempo (y a veces en el mismo discurso) impulsa y promociona su feroz política extractivista de recursos mineralógicos, hidrocarburíferos, hídricos y, eventualmente, vaporíticos. ¡No es esquizofrenia, es elasticidad!

Muchos ministros y autoridades gubernamentales, al parecer han entendido muy bien este nuevo “enfoque” de interpretación constitucional. Otros en cambio no lo pudieron captar. Tal es el caso de las organizaciones indígenas que desde tierras altas y bajas se movilizan exigiendo la aplicación de sus derechos ya constitucionalizados. Al parecer el ex-viceministro de medio ambiente y cambio climático, Juan Pablo Ramos, tampoco lo entendió por lo que “fue renunciado” por pensar que el Estado debe cumplir la CPE y las normas sectoriales referidas al medio ambiente, principalmente en lo referido a los “neoliberales” Estudios de Evaluación de Impacto Ambiental (Cambio, 1.08.10).

Con estos elementos cabe una pregunta cuando se retoma la caracterización de ese “capitalismo andino-amazónico”:¿A qué ámbito comunitario se transferirá el excedente de esa economía industrial extractivista? Toda vez que los Estudios de Evaluación de Impacto Ambiental (EEIA), tanto de actividades hidrocarburíferas como de infraestructura, mencionan que estas actividades extractivas tendrán como uno de sus principales impactos el abandono de comunidades indígenas y emigración de comunarios hacia centros urbanos. Entonces el ámbito comunitario-indígena dejará de existir y las nuevas estrategias de vida y producción de su población les conducirán a una mayor precarización de la pobreza.

Al parecer el horizonte estratégico no es otro que el viejo y conocido capitalismo con la diferencia que este se potencia y se alimenta con un discurso que curiosamente clama su muerte. Los neo Jacobinos pronto dirán: El Rey ha muerto, ¡Viva el Rey!


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Recuadro del artículo de Pablo Stefanoni, Revolución democrática en Bolivia, Le monde Diplomatique, edición Cono Sur, Nº 79, enero 2006, p. 4-6.
Periódico Cambio, 28.07.10

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