26.4.10

Una mujer fue rescatada después de 19 años de esclavitud en Oruro

Una mujer (30 años), que incluso olvidó el apellido de su padre y de su madre, fue rescatada con su hijo de tres años después de 19 años de esclavitud, sometida a trabajos forzados, desde las 04:00 de la madrugada hasta las 23:00 horas, sin adecuada alimentación y sin derecho a ir a la escuela ni al colegio.
La mujer sólo recuerda que se llama Beatriz y que llegó a Oruro, procedente de Colquiri, cuando tenía 11 años. Desde entonces, fue acogida en la casa de Demetria Luján de Terán, ubicada en la Avenida Tacna, entre Ayacucho y Junín, zona Este de la ciudad.
Beatriz nunca pudo desligarse de la señora Demetria, quien tiene un puesto de venta de rellenos, por la mañana y, pollos, por la tarde, en el supuesto Palacio del Pollo, ubicado en la calle Velasco Galvarro, entre Adolfo Mier y Bolívar, al lado de las oficinas de la Unidad Operativa de Tránsito.
La esclava nunca recibió sueldo. Rara vez recibía un calzado viejo o un vestido usado, pero el trabajo era duro, porque se encargaba de pelar papas y trozar los pollos, hasta el punto de desgastar sus dedos y uñas, como si estuvieran a punto de desaparecer. Los pies están llenos de callos, partidos y con quemaduras de aceite.
Ella casi nunca recibía almuerzo o cena de parte de la dueña de casa. Tenía que comer las sobras de los rellenos o de los pollos. Los pollos a la canasta o los rellenos estaban contados y nadie podía levantar ni hacer desaparecer ni una porción, más aún cuando no vendía todo.
Desde los 11 años, cuando llegó a Oruro, nunca más pudo ver a sus padres. La mujer no le permitía salir de la casa y tenía que estar ocupada en el trabajo y, después debía ir al puesto de venta, en el taxi ya contratado, para ofrecer pollos y rellenos a la gente, bajo control de Demetria Luján y de su hija, Gretzel.
Beatriz relató al personal especializado de la Unidad de Género y Familia, la Policía y el Ministerio Público, que ni siquiera tenía derecho a un descanso por las noches, porque tenía que preparar los alimentos para el día siguiente, hasta terminar. A veces concluía su trabajo a las 23:00 horas y apenas descansaba cinco horas, porque a las 04:00 de la madrugada tenía que levantarse para hacer cocer las papas para los rellenos. Cuando no podía abrir los ojos, era despertada con agua y como tenía mojada la ropa, era imposible dormir así, y estaba obligada a levantarse. Ella dormía en el suelo.
Según la explicación de Beatriz, a veces se dormía de parada, porque no resistía tanto trabajo. Cuando se dormía en el suelo, la misma señora le golpeaba en el piso y “tenía que hacerme a la desmayada, para dormir por lo menos un poco más, ya que me vencía el sueño”.Dijo: “Era la única forma de dormir un poco”.
Beatriz ha perdido toda noción de leer y escribir. Cuando tenía once años, recuerda había ido a la escuela en Colquiri, hasta el segundo curso básico. Desde que llegó a Oruro nunca más pudo ir a la escuela. Todos los días era el mismo trabajo, la misma cara del chofer, los mismos gritos de la dueña de casa y la misma ocupación de vender pollos y rellenos.
Las huellas de las golpizas que recibió se encuentran en todo su cuerpo.
“Me he pedido a Dios que alguien me pueda rescatar”, dijo.
El chofer, cuyo nombre no fue revelado, desapareció de la vida de Beatriz. Hace cuatro años, cuando fue recogida del puesto de venta, con las ollas vacías, la llevó a un lugar desconocido y la violó. A pocas semanas, cuando le avisó que estaba embarazada, el conductor del vehículo no volvió nunca más a recogerla. Alguna vez supo que se había ido a Santa Cruz.
El niño nació. Beatriz no pudo darle ni siquiera su apellido, porque no se acuerda. El menor ahora tiene tres años y lleva el apellido Terán Luján.
El descubrimiento de la explotación precisamente ocurrió en forma casual, cuando una de las vendedoras del mismo Palacio del Pollo avisó que el niño, a sus 3 años, era obligado a trabajar en el puesto de venta, pasando platos, refrescos y rellenos. El hecho fue verificado por la organización no gubernamental Amupei, cuyas integrantes advirtieron el trato que brindaba la dueña del puesto y denunciaron a la Defensoría de la Niñez y Adolescencia, dependiente de la Unidad de Género y Familia del Municipio de Oruro.
El niño también tiene huellas de quemaduras de aceite en las manos y los pies.
El rescate de Beatriz y su hijo ocurrió a las 11:00 horas del pasado viernes 23 de abril, por funcionarias de Género y Familia. Los dos fueron encontrados en el Palacio del Pollo. La mujer no quiso revelar en qué condiciones trabajaba allí, pero al final, relató todo el drama que había pasado en la casa de la avenida Tacna.
La denuncia fue presentada al Ministerio Público y la Policía, para la investigación del caso. Mientras tanto, Beatriz y su hijo fueron acogidos por Sayari Warmi, una casa de refugio para mujeres.
http://www.lapatriaenlinea.com/?nota=25854

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