
Severino tiene 5 años, es oriundo de Potosí y tiene por ocupación bailar delante de una radio a pilas y pedir limosna. Su lugar ‘de trabajo’ es la plaza 24 de Septiembre, y aunque ayer se lo vio abrigado con el atuendo de lana, dijo que no sentía calor, pese a que el termómetro marcaba 30 grados centígrados.
EL DEBER hizo un recorrido por algunas calles y avenidas del centro de la ciudad y pudo observar cada vez más gente pidiendo limosna y durmiendo a la intemperie. La misma percepción tiene la representante de la Defensoría del Pueblo en Santa Cruz, Sonia Soto, que pide la definición de políticas integrales para ayudar a estos ciudadanos.
En una intersección del segundo anillo próxima al Cine Center, por ejemplo, se observó a unas cinco personas que pedían limosna, sin contar los vendedores ambulantes.
En la esquina de las calles Libertad y Buenos Aires, una mujer dormía sobre la acera, mientras el niño que estaba con ella, probablemente su hijo, caminaba semidesnudo por el borde de la vereda.
Minutos después se encontró a Ramón Fernández, un no vidente de nacimiento, de 67 años, en la zona del mercado Los Pozos. El hombre explicó que de esa manera logra juntar dinero para sobrevivir y que algunas veces recibe Bs 50 por día; sin embargo, no siempre es así, pues cuando llueve no recauda nada.
Hay otras personas que apostadas en el tercer anillo y avenida Roca y Coronado, piden dinero para costear su vicio. Una de ellas es Zuleika, una joven que se arrastra entre los vehículos.
Según un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en Bolivia el 23 % de la población nacional (2 millones de personas) se encuentra en estado de pobreza e inseguridad alimentaria.
Afecta a la ética humana
Sonia Soto | Defensoría del pueblo
Al parecer las situaciones de indigencia y mendicidad en las calles están aumentando en la ciudad y no debemos considerar esto como un problema estético o relacionado con la inseguridad, en realidad es un hecho que afecta directamente la ética humana y los derechos de las personas de poder vivir dignamente.
La situación tiene que ver con el incremento de la pobreza, de la falta de acceso a fuentes de trabajo y la ausencia de políticas sociales que eviten que las familias se desintegren, que los padres manden a sus hijos a trabajar a las calles y que los hijos olviden a los ancianos hasta el extremo de tener que salir a mendigar.
Las instancias correspondientes deben hacer una investigación sobre la vida de estas personas y ver cuáles son las causas que han provocado su situación para tratar de solucionarlas.
No existen estadísticas
La directora de Gestión Social de la Prefectura, Sonia Pereira, y la defensora de la Niñez de la Alcaldía, Rossy Valencia aseguraron que aunque no existen estadísticas que indiquen que las personas en riesgo de calle y mendigos están aumentando en la ciudad, es evidente que actualmente son más y que entre las causas principales están la desintegración familiar, la pobreza y la migración.
Ambas señalaron que la Prefectura y la Alcaldía trabajan coordinadamente para recibir en sus centros de acogida a estas personas, y rehabilitarlas si es necesario o para brindarles capacitación.
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