18/06/2012.-Rio+20: “Lo que sea para salvar al capitalismo”
El domingo en el Aterro dos Flamengos se vio distendido, más que una
Cúpula dos Povos parecía una feria de artesanías, amenizada por artistas
callejeros de variados países. Recorrían el parque deportistas cariocas
de todas las edades, jóvenes con botellas de agua, soda o latas de la
cerveza más popular de la ciudad. Y, como todos los días, cientos de
uniformados de diversas fuerzas armadas del estado brasileño. Nadie
quiso perder la oportunidad de tender mantas en el pasto para la venta
de merchandising neohippie de toda calaña. Había desde homeópatas hasta
algunos indígenas que ofrecían sonajeros, arcos, flechas, incluso falos
de madera en los que se lee parte de la letra de la desvergonzada
canción del momento (Eu quero tchu, eu quero tcha).
Y afuera del Aterro dos Flamengos, un grupo de jóvenes se instaló en 20
carpas, junto a carteles que reclaman “Nãoà construçãoda nova estrada
que passa pelo TIPNIS”, entre otras consignas similares, además de
mensajes dirigidos al presidente Evo Morales para que libere a Nina
Mancilla, la joven anarquista y punk acusada de “terrorismo” porque
habría hecho detonar explosivos de baja intensidad en cajeros
automáticos de la ciudad de La Paz. Paradojas de un gobierno que se dice
“anticapitalista”. Quienes iniciaron esta vigilia esperaban tener
contacto con los representantes de la Confederación de Pueblos Indígenas
de Bolivia (CIDOB) y del Consejo Nacionales de Ayllus y Markas del
Qullasuyu (CONAMAQ) que están en la Cumbre de los Pueblos sobre Rio+20.
Estas dos organizaciones realizan actualmente la Novena Marcha Indígena
Originaria en defensa del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro
Sécure y de los derechos indígenas, que en esta semana podría llegar
hasta la Plaza Murillo, si el Presidente los deja pasar.
En la Cumbre de los Pueblos estaba François Houtart, de Bélgica, ex
sacerdote católico y actualmente –desde hace muchos años- sociólogo.
Vino como vicepresidente del Foro Mundial de Alternativas, cuyo
presidente es el economista egipcio Samir Amin.
Houtart, de 87 años, formula críticas desmedidamente razonables al
capitalismo imperante, que en estos días encarna en representantes
oficiales de más de cien países de las Naciones Unidas, quienes llegan a
Rio de Janeiro para participar de la Contracumbre de los Pueblos/
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable/Rio+20.
Fue profesor de Sociología en la Universidad Católica de Lovaina, en
Bélgica. Ha trabajado con movimientos sociales en América latina, Asia y
África. También fundó en Lovaina el Centro Tricontinental, que realiza
investigaciones sociales, fundamentalmente en el área de la Economía.
Desde 1952, Houtart publicó más de 50 libros sobre los temas que conoce.
Se podían escuchar las opiniones de este sociólogo, siempre y cuando no
utilizara la cercana pista del aeropuerto Santos Dumont uno de los
innumerables aviones que salían y llegaban a cada rato. Había que
escucharlo mientras descansaban las manos y las gargantas de los grupos
de jóvenes que paran todo el día cantando y tocando sus instrumentos, lo
cual –a pesar de que sean cualificados músicos- dificulta mucho la
comprensión de diálogos entre todas las personas participantes de la
Cumbre de los Pueblos, sobre todo durante las plenarias de las
organizaciones sociales.
-Estamos tratando de definir alternativas frente a la crisis actual,
que es una crisis de sistema, no es solamente una crisis coyuntural.
Tratamos de definir no solamente regulaciones del sistema, sino también
alternativas- dijo Houtart.
-En la Conferencia “Rio+20”, se prevé que se va a tratar de… no sé si la palabra es “imponer”…
-Sí, es imponer.
-… la llamada “economía verde”.
-He escrito uno de mis últimos libros sobre los agrocombustibles, con
los cuales también se pretende proponer una solución verde al problema
de la crisis energética. Es una hipocresía absolutamente increíble,
porque de hecho, cuando se analizan los motivos reales de la
implementación de la “economía verde”, se ve que son totalmente los
contrarios. Los gobiernos siguen en la lógica del capitalismo, solamente
piensan en una economía orientada por la ganancia en función de la
acumulación del capital. Y orientada por la ignorancia de lo que ellos
mismos llaman “externalidades”, es decir lo que es externo al cálculo
del mercado, como son los daños ecológicos y los daños sociales. No es
el mercado quien paga, no es el capital quien paga los daños. Solamente
son las comunidades, son las sociedades. En los últimos años los
gobiernos y las empresas empezaron a pintarse de verde, porque ahora
constatan que el cambio climático afecta a la ganancia del capital. Por
eso empezaron a preocuparse por el problema del clima.
-La “economía verde” es una reacción del sistema capitalista,
que necesita nuevos mercados para sobrevivir, necesita hacer un
“metacapitaslimo” para fortalecerse con el comercio de nuevos productos.
-Siempre el sistema capitalista queda en las mismas lógicas. Como se
dice en estas conferencias internacionales de las Naciones Unidas, las
medidas que se tomen deben ser “market friendly”, es decir amigas del
mercado. Están preocupados por lo grave de la situación, pero de todas
maneras creen que las soluciones deben construirse dentro de la lógica
del mercado. Por eso se habla del mercado de carbono, del mercado de
servicios ambientales, etcétera. Y realmente es grave, es una
contradicción fundamental, porque las prácticas sobre energía verde para
producir etanol o producir agrodiesel destruyen la mitad de la tierra
que usan. Yo he visto eso en África o en Indonesia, por ejemplo, y aquí
en América latina, en Colombia y en América central. Es lo que genera el
monocultivo para producir agrocombustible, y otros productos también,
pero los agrocombustibles en particular son absolutamente destructores
de la biodiversidad. Con el empleo masivo de productos químicos se
contamina los suelos, las aguas, los mares; todo eso para producir
energía verde. El resultado final de esta producción es, a veces, mucho
peor que la utilización de la energía fósil.
-¿Y los pensadores del capitalismo no prevén que no hay
solución por este camino? Si este planeta no tuviera agua, no tendría
capacidad de albergar vida, como cualquier planeta sin agua no puede
albergar vida. Pero parece que hacia eso estamos de ida.
-Cuando he tenido oportunidad de hablar con gente de las Naciones
Unidas, también del Banco Mundial y otros organismos de ese tipo, el
cinismo de la gente que está allá es increíble: están listos para
abandonar o para hacer matar a la mitad de la humanidad, lo que sea para
salvar al capitalismo. Con esa misma lógica vemos que ahora está
Europa, con todos estos programas de ajuste o programas de austeridad
para finalmente salvar al sistema financiero. Los estados se endeudan
para salvar al sistema financiero y a la deuda debe pagarla el pueblo,
disminuyendo el salario mínimo de la gente, disminuyendo las pensiones,
disminuyendo los gastos de educación, de salud. Increíble pero es así.
-En este camino, de acá a unos años se va a mercantilizar hasta
el aire. Nos podrían meter un tubo por la nariz y medir la cantidad que
respiramos, para cobrarnos en consecuencia.
-En la selva amazónica, las empresas empiezan a mercantilizar el
oxígeno. Así no estamos tan lejos de esta tontería total, es por eso que
Rosa Luxemburgo decía “socialismo o barbarie”. Estamos en medio de la
construcción de una situación extremadamente negativa para la Tierra y
también para la humanidad. Por eso la lucha de todos los movimientos de
los pueblos es tan importante, porque es posible actuar de otra manera.
Pero eso exige una voluntad política y la voluntad política la tiene
solamente la fuerza de los pueblos. No va a venir del capital,
evidentemente.
-Entre las exposiciones que hubo hasta ahora en esta cumbre, se
ve que mucha gente rechaza la mercantilización de la naturaleza, pero
declara que aceptaría pagar un poco por ciertos componentes o funciones
de la naturaleza ¿No cree que es la entrada a la mercantilización de la
naturaleza?
-Pienso que debemos tratar de promover un buen análisis de la
situación. No se trata solamente de reclamar, de protestar contra cosas
que son inaceptables, aunque claro está ese es un paso indispensable.
También debemos tratar de entender el por qué ¿Por qué estamos frente a
esta destrucción de la biodiversidad? Llegamos a la conclusión de que es
por la lógica de la organización del sistema económico. Debemos
trabajar sobre las causas, no solamente sobre los efectos. Una segunda
cuestión es que, evidentemente, debemos organizar mecanismos que
permitan ahorrar los recursos limitados que tenemos. Ya es una nueva
conciencia que está progresando poco a poco de parte de los movimientos,
la conciencia de que el planeta no es inagotable, estamos viviendo en
un planeta que es agotable y al cual la lógica del sistema capitalista
está destruyendo, de tal manera que ya excedimos por mucho la capacidad
de regeneración de la Tierra, de la Madre Tierra. Debemos encontrar
mecanismos para ahorrar todas las riquezas naturales. Y establecer
mecanismos puede significar poner un precio. Pero no un precio como
mercancía, sino un precio para llegar a la conciencia de que eso no es
inagotable. Trabajo para la UNESCO desde hace más o menos 20 años, sobre
la cultura y la energía, y he hecho encuestas en muchos países y he
visto que en algunos países socialistas había un despilfarro enorme de
agua y de electricidad porque casi no costaban nada. No digo que eso
significa que los recursos naturales deban entrar en la lógica del
mercado, pero sí debemos encontrar mecanismos que nos obliguen a
ahorrar. Eso me parece también importante.
-Tengo la idea de que, unos años atrás, en los sectores
sociales se hablaba más de cambiar al sistema por uno nuevo. Ahora se
habla más de buscar dentro de este sistema imperante la forma de que nos
duela menos vivir en él.
-Ese es un peligro real. Es un poco lo que vemos en los países
progresistas de América latina, en los líderes de esos países. Veo que
todavía hay una perspectiva muy desarrollista en Ecuador, en Bolivia, en
Venezuela, en Nicaragua, sin hablar evidentemente de Brasil o de
Argentina, donde el modelo dicta claramente desarrollarse con la lógica
capitalista y redistribuir una parte del subproducto. Hubo cambios en
estos países, hubo muchos logros, no debemos despreciar los logros. Pero
está la perspectiva de que algunos de los cambios no son cambios de
transición hacia otro modelo, sino finalmente una adaptación del modelo
capitalista a nuevas demandas comunitarias o sociales o ecológicas. Es
un peligro para el futuro.
-Hace unos diez años, en Argentina había una reflexión bastante
expandida: “Argentina tiene un territorio tan grande y es pobre,
mientras Japón con casi nada de territorio es una potencia mundial”. Ahí
estaba la visión de que un país debe explotar al máximo sus recursos
naturales si quiere mejorar en la tabla de posiciones.
-Debemos ver la manera de salirnos de esta lógica. Fui miembro de la
Comisión de Naciones Unidas sobre la crisis financiera económica.
También la integraba Joseph Stiglitz, el economista norteamericano
premio Nobel y que fuera vicepresidente del Banco Mundial. Fue
interesante participar en esa comisión en la que yo era el único no
economista. En esa comisión, los otros eran economistas de tipo
neokeynesiano, pero era muy difícil hacerles entrar en otra perspectiva.
A lo sumo proponían regular al sistema radicalmente, pero no pensaban
en inventar otro sistema.
-La empresa de transporte aéreo TAM anunció que este 19 de
junio, para celebrar que se hace la Cumbre de Rio+20, va a realizar su
primer vuelo desde São Paulo hasta Rio de Janeiro en un avión alimentado por biocombustible.
-Ay, ay, ay ¿Y cuántos territorios van a destruir para hacer el etanol? Es increíble.
-También nos aclara de qué se trata la “economía verde” de
Rio+20 ¿Cuál cree que será el panorama si tantos gobiernos están
contentos de seguir este camino?
-Por una parte es interesante ver que tienden a preocuparse por el
asunto, pero por otra parte están dando falsas respuestas. Y justamente
es el papel de una cumbre como la de aquí, de los Pueblos: debemos
demostrar que son falsas respuestas. Y demostrar de manera científica
que hay posibilidad de hacer las cosas de otra manera. No digo que toda
la gente que trabaja en este sector oficial es de mala voluntad, hay
muchos que son de buena voluntad; pero aunque tienen los instrumentos
para analizar la propia situación, son víctimas de ellos mismos, de esta
falsedad intelectual y práctica.
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