Los antecedentes.- Las constantes movilizaciones y medidas de presión que alentó la Prefectura y el Comité Cívico en el departamento de Pando a partir de mediados del año 2007 en contra del Gobierno nacional como reclamo por la disminución del IDH provocó un clima de inestabilidad política e intolerancia social que terminó con el incendio de la casa de un senador oficialista, el saqueo de varias tiendas de comerciantes del interior y la toma de instituciones públicas como Migración, ABT, INRA y la Superintendencia Forestal. Esa situación de indefensión generalizada llevó a la Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Pando a convocar a un ampliado de emergencia en Cobija los días 13 y 14 de septiembre de 2008, con objeto de analizar la situación social y el proyecto de autonomías regionales que se estaba tratando.
En ese contexto, a partir del 7 de septiembre nuestros hermanos campesinos de todo el departamento empiezan a salir de sus comunidades rumbo a la sede del ampliado. Por cuestiones de transporte, los delegados de las provincias Federico Román y Madre de Dios se congregan en Riberalta, donde contratan algunos camiones para que los transportaran hasta Cobija y en el transcurso del camino se suma la Subcentral de El Sena, Conquista y Puerto Rico. Por otra parte, en el municipio de Filadelfia salen delegados desde las comunidades El Chivi, Florida, Luz de América, Soberanía, Curichón, Empresiña, etc.
Estrategia de la emboscada.- De acuerdo a declaraciones de un testigo, “el día 10 de septiembre por la tarde, Eduardo Shimokawa, Renar Suárez, jefe de las microempresas; José Forero M., director de Desarrollo Forestal; Julio César Villalobos A., director del Sedcam, Ana Melena Oliver, presidenta del Comité Cívico, y Ricardo Shimokawa Ramos, vicepresidente del Comité Cívico, se encontraban reunidos en la Secretaría de Desarrollo Forestal de la Prefectura evaluando los resultados de las tomas de instituciones, cuando repentinamente reciben una llamada telefónica de una persona que no quiso identificarse y solamente les alertó sobre la caravana de campesinos que estaba por llegar”.
El grupo de personas reunido, temeroso por el impacto mediático que podría generar la llegada de los campesinos, deciden optar por la emboscada en el lugar denominado Tres Barracas. Una vez definida la estrategia, se comunican con Leopoldo Fernández Ferreira y Pablo Bravo Alencar, a quienes les hacen conocer los pormenores de la operación, ya que para cavar la zanja se necesitaría a los funcionarios y maquinarias del Sedcam y el apoyo de la Columna Cívica Porvenir, que estaba a cargo de Róger Zeballos Zeballos.
Se sabe que ese mismo día fue visto Paulo Bravo Alencar en el kilómetro 19 de la carretera a Porvenir, dando instrucciones a un grupo de personas. A los otros funcionarios de mayor edad y a las mujeres se les instruyó hacer una vigilia en la plaza principal provistos de palos y garrotes.
Tres Barracas.- Aproximadamente a las 04.00 del 11 de septiembre se produce la emboscada, donde la gente de la Prefectura y del Comité Cívico, con petardos y gases, logran que dos camiones dieran marcha atrás dejando a los campesinos sólo con dos camiones. Posteriormente un grupo de campesinos decide formar una comisión de diálogo para buscar un acercamiento con los bloqueadores; sin embargo, la respuesta fue: “retornen por donde han venido”.
Los campesinos, a fin de evitar mayores problemas, decidieron retornar hacia Puerto Rico; sin embargo, inmediatamente fueron perseguidos por una camioneta con gente de la Prefectura que les disparaban con armas de fuego, habiendo logrado herir a algunos campesinos, hasta que llegaron cerca de la hacienda Don Miguel. Cuentan algunos testigos presenciales que en ese lugar la gente se armó de coraje ante tanta humillación y decidió quedarse para hacerle frente a quienes les perseguían. En este encuentro los campesinos fueron heridos de bala, pero aun así tomaron de rehenes a dos funcionarios prefecturales en posesión de explosivos.
Parafernalia mediática.- Luego de esos primeros sucesos la gente de Fernández regresa a Porvenir, donde al conocer que ya habían llegado algunos periodistas de Unicon (Hugo Mopi y René Siviora), muy hábilmente se hacen entrevistar. Sin embargo, fue un pseudoperiodista de nombre René Huachalla quien, luego de regresar de Porvenir, inició desde Unitel una intensa campaña de distorsión de la verdad, con ánimo de soliviantar a la población en contra de nuestros hermanos, tal como lo corrobora el propio informe de Naciones Unidas sobre la masacre de Porvenir.
Una vez que cundió el pánico en Cobija se pidió que el director de Seguridad Ciudadana de la Prefectura, Alberto Murakami Guerrero, fuera a Porvenir, pero éste –temeroso por lo que pudiera suceder– se rehusó, y más bien se escondió en un domicilio, por lo que tuvieron que ser dos altos funcionarios –Romaña y Cuéllar– los que llevaron armas que habían proporcionado Lorenzo Fernández Ferreira y Melitón Brito horas antes al lugar del conflicto.
Otra emboscada en Cachuelita.- Por otra parte, otro grupo de campesinos reunidos en el municipio de Filadelfia, en una caravana de aproximadamente 10 vehículos entre camiones y taxis, se dirigían hacia Porvenir, pero se encontraron en Cachuelita con una zanja de 3 metros de ancho por 2 de profundidad. La gente que ya estaba inquieta por continuar viaje, empieza a rellenar la zanja con sus manos y con lo que encontraron a su alcance, hasta que lograron hacer una huella por donde pasaron todos hacia Porvenir.
La masacre.- Después que la gente de la Prefectura y el Comité Cívico dejaron Tres Barracas, nuestros hermanos campesinos, entre los que se encontraba mi padre, rellenaron la zanja para continuar viaje, llegando a Porvenir aproximadamente a las 08.30. Ya en el ingreso al municipio de Porvenir tuvieron un diálogo con cinco miembros de la Policía, a quienes solicitaron que les dejen pasar hacia Filadelfia; con carácter previo los policías hicieron gestiones para liberar a los rehenes y cuando se liberó al último empezaron los disparos. En esos momentos fue cuando gente del Comité Cívico, la Prefectura y otros sicarios y narcos, armados de metralletas, escopetas, rifles y revólveres, empezaron a disparar contra nuestros hermanos como si se tratara de animales del monte.
Conclusión.- La estrategia de la zanja (utilizada en operaciones militares para emboscar y causar daño al enemigo) y la desproporcionalidad de las bajas ( 13 campesinos y 2 autonomistas) son pruebas contundentes y objetivas que demuestran que lo ocurrido en Porvenir, el 11 de septiembre de 2008, se trató de una masacre y no de un simple enfrentamiento.
(*) Es hijo de Bernardino Racua (+)
http://www.cambio.bo/noticia.php?fecha=2010-03-22&idn=16222